Es posible llegar a la vejez con buena salud y autonomía, reduciendo el riesgo de dependencia? La respuesta es sí: a través del envejecimiento activo. Este concepto, promovido por la Organización Mundial de la Salud, se refiere a mantenerse social, física y mentalmente activo en la tercera edad para prevenir o retrasar la dependencia. En este artículo repasamos las principales estrategias de envejecimiento activo que se discuten hoy en España, muchas de ellas mencionadas en la mesa redonda “Presente y Futuro de las Residencias”, y cómo contribuyen a ganar calidad de vida en los años dorados.
¿Qué es el envejecimiento activo y por qué es importante?
El envejecimiento activo no significa “no envejecer”, sino envejecer mejor. Consiste en adoptar hábitos de vida y participar en actividades que favorezcan la salud física, mental y social a medida que cumplimos años. Esto incluye desde hacer ejercicio regular adaptado a la edad, mantener una dieta equilibrada, ejercitar la mente con aprendizajes o aficiones, hasta cultivar relaciones sociales y participar en la comunidad.
¿Por qué es crucial? Porque está demostrado que un estilo de vida activo puede prevenir o aplazar muchas de las limitaciones asociadas a la edad. En la mesa redonda, los expertos enfatizaron que debemos “trabajar en un conjunto de actividades destinadas a prevenir o retrasar el agravamiento de la situación de dependencia”, es decir, el “famoso envejecimiento activo, saludable”. En lugar de pensar en los centros de mayores solo como lugares donde se cuida a quien ya está enfermo, se busca que también sean espacios para reducir riesgos, movilizar y actuar proactivamente, logrando que la persona “retrase al máximo su envejecimiento y los achaques que conlleva”.
Envejecimiento activo es sinónimo de mayores más independientes, sanos y felices. Además, a nivel de sociedad, si logramos que más gente llegue a los 80 en buen estado, habrá menos presión sobre los servicios de dependencia. Es un beneficio tanto individual como colectivo.
Claves para un envejecimiento activo
Veamos algunas estrategias concretas que cualquier persona mayor (o en vías de serlo) y sus familias pueden fomentar:
- Ejercicio físico regular: La actividad física es la piedra angular. No importa la edad, siempre se puede hacer algo de ejercicio adaptado: caminar diariamente, practicar taichí, natación suave, gimnasia de mantenimiento o incluso bailes. El ejercicio mejora la fuerza, el equilibrio (previniendo caídas), la salud cardiovascular y también el estado de ánimo. Muchos centros de día y residencias ofrecen programas de rehabilitación física y gimnasia dirigidos. Lo importante es la constancia: moverse un poco cada día mantiene los músculos activos y las articulaciones flexibles.
- Estimulación cognitiva: “Úsalo o piérdelo”, dice el refrán. El cerebro necesita retos para mantenerse en forma. Talleres de memoria, juegos de mesa, aprender algo nuevo (un idioma básico, manualidades, informática para mayores) son excelentes. Hoy se utilizan incluso nuevas tecnologías y programas informáticos de entrenamiento mental que los mayores han “acogido súper bien”. La clave es ejercitar atención, memoria, cálculo, lenguaje… de forma amena. Estudios indican que esto puede retrasar la aparición de síntomas de demencia o desacelerar su avance leve.
- Vida social activa: La interacción con otros es un potente protector contra el deterioro. Asistir a un centro de mayores, participar en clubes de lectura, coros, grupos de paseo o juegos de cartas, todo suma. En los centros de día, por ejemplo, se aprecia que la socialización diaria combate la soledad y la depresión. Son “espacios que permiten que las personas mayores se relacionen, se comuniquen, se estimulen continuamente”, compartiendo tiempo con otros de similar edad. Después de una jornada llena de conversaciones y risas, las personas mayores “regresan a sus domicilios” con mejor ánimo, evitando esa soledad que a veces encontraban en casa. Por tanto, mantener amistades, hacer vida en comunidad (aunque sea en la plaza del barrio charlando) es fundamental.
- Alimentación saludable: Comer bien es un pilar para evitar enfermedades. Dietas ricas en frutas, verduras, proteínas magras y adecuadas en calorías ayudan a prevenir obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares… que a su vez inciden en la dependencia. La hidratación también es importante en mayores, pues la sensación de sed disminuye y es fácil deshidratarse, afectando funciones cognitivas y físicas.
- Participación y propósito vital: Sentirse útil y con objetivos mejora la calidad de vida. Puede ser cuidar de los nietos ocasionalmente, hacer voluntariado, encargarse de pequeñas tareas (regar las plantas de casa o del centro de día, cocinar alguna receta especial para la familia). En la mesa redonda se destacó que en los centros de día “conseguimos que los mayores se sientan útiles y visibles, que formen parte de algo… hacerlos protagonistas de su propia existencia”. Esa filosofía se puede aplicar en casa también: incluir al mayor en decisiones familiares, pedirle consejo, animarle a que cuente sus historias (valorar su legado). Todo eso nutre su autoestima y ganas de vivir activamente.
- Control de la salud y adherencia a tratamientos: Envejecer activamente no significa ignorar los achaques, sino ocuparse de la propia salud. Ir a las revisiones médicas, seguir las indicaciones (ej. usar audífonos si hay pérdida auditiva, para poder seguir comunicándose bien, o las gafas correctas para evitar aislarse por mala visión), y gestionar bien la medicación. Aquí la ayuda familiar o de cuidadores es importante para que ninguna dolencia impida al mayor mantenerse activo.
El papel de las instituciones y centros en el envejecimiento activo
No obstante, no podemos cargar toda la responsabilidad en el individuo mayor. Las instituciones y recursos comunitarios juegan un rol crucial facilitando el envejecimiento activo. Esto implica:
- Ofertar actividades y talleres adaptados para mayores en centros comunitarios, centros de día, residencias e incluso online. Desde clases de ejercicio hasta cursos de manejo de smartphone para estar conectados con familia.
- Ciudades amigables con los mayores: urbanismo con bancos para descansar, parques con aparatos de ejercicio para mayores, transporte público accesible, etc., que animen a salir y moverse.
- Campañas de sensibilización: para que los mayores conozcan estas oportunidades y para que la sociedad entienda que la tercera edad puede ser una etapa activa. Romper el ageísmo (prejuicio de que “ya eres viejo para esto o lo otro”).
En el contexto del debate, se mencionó que el Pacto Nacional de Dependencia incluiría precisamente impulsar estas políticas preventivas como prioridad. Porque cada euro invertido en envejecimiento activo ahorra muchos euros en sanidad y dependencia más adelante, además de ser lo deseable para las personas.
Conclusión: Nunca es tarde para comenzar a envejecer activamente
La evidencia es clara: aunque uno haya tenido hábitos sedentarios o poco saludables, nunca es tarde para introducir cambios positivos. Hemos visto personas de 80 aprendiendo a bailar tai chi, de 85 estrenándose en informática para videollamar a sus nietos, o de 90 participando en terapias de reminiscencia y sonriendo al recordar anécdotas. Lo importante es dar el primer paso y mantener una actitud abierta y participativa.
Si eres una persona mayor, anímate a buscar actividades en tu barrio o residencia, pide información en el centro de salud o ayuntamiento. Y si eres familiar, apoya e incentiva a tu ser querido: acompáñalo a ese club de jubilados el primer día, regálale un libro de pasatiempos o proponle paseos juntos regularmente. El envejecimiento activo es un viaje en compañía.
Recuerda: prevenir la dependencia está en buena medida en nuestras manos. Cada pequeña acción suma: ese ratito de ejercicio, ese café con amigos, ese crucigrama diario. Ganarás salud, independencia y, sobre todo, alegría de vivir. ¡La edad es solo un número, lo que cuenta es la actitud!
Vídeo completo de la mesa redonda “Presente y Futuro de las Residencias”