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Centro de día o residencia: ¿qué opción elegir para cuidar a un adulto mayor dependiente?

Cuando un ser querido mayor empieza a necesitar ayuda en su vida cotidiana, surge la gran pregunta: ¿es mejor apoyarlo con un centro de día mientras vive en casa, o es hora de plantear ingreso en una residencia? No hay una respuesta única, pues depende del nivel de dependencia y circunstancias familiares. En este artículo compararemos ambas opciones –centro de día vs. residencia–, sus ventajas y cuándo conviene elegir una u otra, para ayudarte a tomar una decisión informada y adecuada para tu familiar mayor.

¿Qué ofrece un centro de día?

Un centro de día es un recurso diurno (normalmente funciona de 9 de la mañana a 6 de la tarde) donde la persona mayor pasa buena parte del día atendida por profesionales, pero regresa a dormir a su casa. Se podría decir que es un punto intermedio entre la atención domiciliaria y la residencial.

Características y ventajas de un centro de día:

  • Promueve la autonomía sin sacar al mayor de su entorno familiar: El mayor sigue viviendo en su casa, conservando su rutina nocturna, sus recuerdos y objetos personales, y la cercanía de la familia por las tardes y noches. Esto es ideal si la persona aún valora mucho su hogar y puede permanecer en él con ciertas garantías (por ejemplo, convive con algún familiar o cuidador por las noches).
  • Atención profesional durante el día: En el horario del centro, el mayor recibe cuidados, supervisión en medicación, comidas adaptadas, ejercicios de rehabilitación, estimulación cognitiva y participa en actividades sociales. Todo ello mantiene o mejora sus capacidades, como explicó un experto: “los centros de día hacen que la persona tarde más en ir a una residencia y tenga una calidad de vida mucho mejor”, al proporcionar cuidados que retrasan el deterioro.
  • Respiro para la familia durante la jornada laboral: Mientras el mayor está en el centro, los familiares pueden trabajar o descansar con la tranquilidad de que está bien atendido. Al final de la tarde, se reúnen de nuevo en casa. Esta fórmula quita mucha presión al cuidador principal y distribuye la carga.
  • Coste generalmente menor: Un centro de día suele ser más económico que una residencia, dado que solo cubre parte del día y no incluye alojamiento ni cenas/ desayunos. Además, existen plazas públicas o concertadas en muchos casos.

¿Cuándo es recomendable elegir centro de día? Principalmente cuando el mayor tiene dependencia leve o moderada: necesita ayuda o supervisión en ciertas actividades, pero no está totalmente impedido. Por ejemplo, si puede dormir solo en casa con seguridad (o con alguien que lo supervise ligeramente), si aún camina con apoyo y puede entrar y salir del coche para llevarle al centro, etc. También cuando la familia desea seguir muy involucrada en el cuidado directo, pero requiere apoyo durante el día.

Un centro de día es ideal, por tanto, para personas en fases iniciales de dependencia, con cierto grado de movilidad y orientación, o con demencias leves/moderadas donde aún estén tranquilos en su hogar. Es un recurso preventivo que, bien utilizado, puede retrasar la necesidad de residencia.

¿Qué ofrece una residencia 24 horas?

Una residencia de mayores proporciona atención integral los 7 días de la semana, día y noche. Es el recurso más completo cuando la dependencia es elevada o el entorno familiar no puede cubrir todas las necesidades.

Características y ventajas de la residencia:

  • Cuidado continuo y especializado: En una residencia siempre hay personal disponible para asistir al mayor en cualquier momento. Esto es crucial si la persona ya no puede estar sola en ningún momento sin riesgo. Por ejemplo, alguien con demencia avanzada que pueda deambular o desorientarse a horas intempestivas, o alguien postrado en cama que requiere cambios de postura y vigilancia constante. “La residencia es el mayor recurso… el mejor recurso que hay dentro de la dependencia, porque no olvidemos que estamos hablando de una atención integral las 24 horas del día”, señalaba un ponente. Esa atención permanente es imposible de replicar en casa salvo contratando muchos cuidadores en turnos.
  • Servicios médicos y rehabilitación integrados: Las residencias suelen tener enfermería diaria, visitas de médico, fisioterapia regular, terapia ocupacional, etc., todo en un mismo lugar. Se llevan controlados estrictamente medicamentos, dietas especiales, tratamientos… Sin trasladarse a centros de salud constantemente, el mayor recibe ahí mismo la asistencia sanitaria básica e incluso especializada.
  • Adaptación total del entorno: Las instalaciones están diseñadas sin barreras: baños adaptados, camas articuladas, grúas de movilización, sistemas de llamada, etc. En casa adaptar todo a veces es inviable. En residencia, un mayor con movilidad reducida o en silla de ruedas puede moverse con seguridad. Además, hay protocolos para emergencias (por ejemplo, en residencias medicalizadas hay oxígeno, desfibrilador, personal entrenado para primeros auxilios).
  • Socialización y actividades con supervisión: Al estar viviendo allí, participa en las actividades grupales terapéuticas y de ocio diariamente, pero siempre con personal presente. Incluso en noches, hay auxiliares que velan y, por ejemplo, si alguien se despierta ansioso, pueden atenderlo y tranquilizarlo. Este acompañamiento constante brinda mucha seguridad emocional al residente.

¿Cuándo optar por una residencia? Fundamentalmente cuando el mayor tiene dependencia severa o gran dependencia: es decir, precisa ayuda para casi todas las actividades básicas (levantarse, aseo, vestir, comer) y además puede presentar conductas o necesidades que requieren vigilancia 24h (riesgo de caída, de escape del domicilio, episodios nocturnos, problemas médicos delicados). También cuando, aunque la dependencia no sea tan extrema, la familia no puede asumir los cuidados en casa por falta de medios, tiempo o porque el cuidador principal está agotado.

Por ejemplo, si tu familiar ya no puede levantarse de la cama y requiere dos personas para moverle, más cuidados de enfermería, probablemente esté mejor atendido en una residencia con personal permanente que en casa con una sola persona que no dé abasto. O si tiene demencia y por las noches no duerme, provocando que en casa todos enfermen de cansancio, la residencia garantiza turnos de cuidadores despiertos para él mientras la familia descansa.

Cómo tomar la decisión correcta

Elegir entre centro de día o residencia puede ser difícil, pero algunos pasos y criterios pueden guiarte:

  1. Valora el grado de dependencia con profesionales: Pide una valoración en el centro de salud o por un trabajador social. Si tu mayor tiene grado I (dependencia moderada) seguramente un centro de día sea suficiente. Si tiene grado II o III (severa o gran), probablemente necesite residencia pronto.
  2. Analiza el entorno domiciliario: ¿Es seguro? ¿Hay alguien por las noches? ¿Existen apoyos (teleasistencia, ayudas técnicas)? Si a pesar de centro de día, tu familiar estaría solo muchas horas sin poder manejarse, puede no ser viable mantenerlo en casa.
  3. Considera la voluntad y carácter del mayor: Si la persona manifiesta claramente querer seguir en su casa y acepta el centro de día, puedes intentar esa ruta mientras funcione. Si por el contrario se siente muy perdida en su propio hogar (ej. pregunta constantemente “¿dónde estoy?” aunque esté en casa) quizá en una residencia, con un entorno estructurado y compañía permanente, esté más tranquila. También hay personas que no quieren ir al centro de día pero curiosamente se adaptan bien al vivir en residencia, o viceversa. Cada caso es único.
  4. Prueba la opción intermedia primero: Si las condiciones lo permiten, puede iniciarse por un centro de día. Así el mayor y la familia experimentan ese apoyo. Si con eso ya va bien, perfecto. Si aún con centro de día, las noches o los fines de semana son inmanejables, la residencia será el siguiente paso natural.
  5. Evalúa tus límites como cuidador: Ser realista es clave. Por amor muchas familias aguantan más de lo razonable, y eso puede terminar en crisis (hospitalizaciones del mayor o del propio cuidador). Si notes que en casa, aún con ayudas, la situación os supera (estrés constante, sin tiempos de descanso, miedo continuo a que pase algo), no es un fracaso optar por una residencia, al contrario, es buscar lo mejor para todos. Un experto lo resumió así: los centros de día son “el eslabón entre la independencia… y la sobrecarga de cuidados familiares”, brindando respiro; pero si la sobrecarga persiste, la residencia toma el relevo completo.

Conclusión: Lo importante es el bienestar del mayor (y de la familia)

En definitiva, centro de día y residencia no son opciones opuestas sino complementarias en un itinerario de cuidados. Muchos mayores comienzan en centro de día y, solo cuando su dependencia avanza, pasan a residencia. Otros ingresan directamente en residencia porque su situación lo requería. No hay una elección “buena” o “mala” en general, sino la más adecuada en cada momento.

Al decidir, pon en el centro el bienestar integral de tu familiar: que esté atendido, seguro, activo y lo más feliz posible. Y ten en cuenta también la calidad de vida de la familia cuidadora, pues un cuidador exhausto no puede dar buenos cuidados. A veces, la atención profesional intensiva es la forma de que los hijos/nietos puedan volver a disfrutar tiempo de calidad con el mayor sin tanto agobio.

Infórmate, visita centros de día y residencias de tu zona, pregunta sin miedo cómo trabajan, incluso podrías llevar a tu familiar un día de prueba al centro de día si es posible. Con información y escuchando a tu corazón, sabrás elegir. Lo importante es que, ya sea de día o las 24 horas, nuestro ser querido reciba el cariño y la atención que merece en esta etapa de su vida.

Vídeo completo de la mesa redonda “Presente y Futuro de las Residencias”

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